“Puta”, sonido fuerte, que golpea, que sonroja, que origina murmullos. “Puta” es un insulto, un golpe a la ingle de la dignidad, un escupitajo con mirada de desprecio, “Puta” es un adjetivo que se guarda en la ropa sucia de nuestro vocabulario, que te condena a lavarte la boca con jabón. “Puta” es una palabra en el diccionario que se refiere a la persona que ejerce la prostitución. “Puta” amor de unas horas que no te rompe el corazón, musa fecunda de historias que tienen que ver con la luna; mujer que sufre, que llora, que aguanta, pero que mantiene la sonrisa y seduce hasta que acabe la función. “Puta” un yin yang, una enciclopedia, una canción.

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Desde que la historia de las civilizaciones tiene memoria, la prostituta ya ocupaba un rol “salvador”, siendo en algunos casos profesionales muy bien organizadas, respetadas, y hasta tratadas como grandes celeridades. Con el tiempo, la imagen de ellas fue variando, fueron satanizadas y perseguidas, por brindar el servicio del placer que escaseaba en casa; y hasta el día de hoy son, en muchos casos, muy mal vistas en nuestra “sociedad moderna”. Aun así, ellas celebran su día, el Día de las Putas.

Desde hace 39 años, el planeta conmemora oficialmente el Día Internacional de la Trabajadora Sexual, para recordarles a todos que las prostitutas son personas, y como tal, tienen derechos. Aunque tienen su propio día para defender sus derechos (3 de marzo) y otro para la no violencia hacia ellas (17 de diciembre), el 2 de junio se designa como fecha principal, para conmemorar un hecho inusual en la historia rosa de Francia.

Corrían los comienzos de la década del 70 y los organismos que vigilaban el cumplimiento de la ley en Francia realizaban una asolapada caza de brujas entre las prostitutas y les ejercían una asfixiante presión. Eran tales las represalias de la policía, que las trabajadoras sexuales se vieron en la obligación de trabajar en secreto. Pero al estar bajo las sombras, lejos del ojo público, hizo que las mujeres perdieran la protección de quienes las defendían en las calles ante el salvajismo policial, y se incrementó la cacería y los abusos de los ‘hombres de ley’ que las perseguían como sabuesos hambrientos.

Tras 2 asesinatos y la vista gorda del Gobierno que no hacía nada por mejorar las condiciones de trabajo y seguridad para ellas, el 2 de junio de 1975 las trabajadoras sexuales de Lyon tomaron la iglesia de Saint Nizier y se declararon en huelga indefinida. Pero, ¿se imaginan al pobre párroco encerrado con decenas de prostitutas? todo un mártir, pues durante 8 días las meretrices se apoderaron de la Casa de Dios hasta que la policía allanó el lugar y fuera de todo pronóstico la población las apoyó.

Este evento es considerado como el día en que parte de la sociedad vio a las trabajadoras sexuales como personas que tenían y se merecían los mismos derechos de protección y consideración como todos. Desde ese día la palabra ‘puta’ dejó de ser una manera denigrante de referirse a las que ejercen uno de los ‘trabajos más antiguos del mundo’. Se dice también que en este día las trabajadoras sexuales ofrecen sus servicios gratuitamente, así que quien sepa dónde hay un Cierra Puertas pasen la voz.

Y aunque la Iglesia Católica la reivindicó en 1969, desligándola del personaje de la prostituta bíblica, te dejamos con Una Canción para la Magdalena, tema de Joaquín Sabina, que poetiza a estas superheroínas que combaten la destructiva soledad, a cambio de unas “putas” monedas: