Con temor y agilizando el paso. Con la mirada al frente, sin fruncir el ceño. Sin voltear. Sin apreciar quién (o quiénes) se encuentran a su lado. Apresurada y temerosa.

Así caminan la mayoría de jóvenes peruanas y, por qué no decirlo, mujeres en general. Escolares, adolescentes, universitarias, profesionales, madres de familia. Ninguna se salva. Todas ellas son víctimas a diario del acoso callejero.

En ocasiones, no son las palabras mal intencionadas o las expresiones de ‘alto’ calibre, sino la mirada perseguidora e inquisidora a un cuerpo. Así, el camino de una mujer sola por una calle o avenida se convierte en una verdadera odisea.

Después de que la actriz peruana Magaly Solier denunció públicamente, en junio de este año, haber sido víctima de acoso callejero en un bus de El Metropolitano, aparecieron 30 nuevas denuncias más de este tipo. ¿Las afectadas? Las mujeres que habitan en Lima metropolitana.

El Ejecutivo y la solución que plantea

Ante esta problemática, el Poder Ejecutivo señaló que el acoso sexual callejero podría ser considerado un delito en el país si es que el Congreso aprueba el proyecto de ley que planteó dicho poder del Estado para sancionar estos actos y dar mayor protección a los niños y mujeres.

Según refirió el Gobierno, esta propuesta de norma modifica los artículos 176 y 176-A del Código Penal para reconocer así como delito el acoso sexual callejero.

De acuerdo a esta iniciativa, precisaron desde el Estado, no se necesitará de violencia física o amenazas del agresor para que este pueda ser sancionado.

¿Es viable la implementación de dicho proyecto de ley?

Sin embargo, para el decano del Colegio de Abogados de Lima (CAL), Mario Amoretti, esta norma está lejos de agravar la responsabilidad penal de quienes realizan estos actos.

Según precisó, ya existe una legislación que sanciona el acoso callejero y sus modalidades. Y que más bien este proyecto de ley podría resultar beneficioso para los agresores sexuales. ¿Por qué? Así lo explica el reconocido penalista.

“En el código penal esto (el acoso sexual callejero) es sancionado como exhibiciones obscenas al pudor público y que (también) significa los tocamientos que realiza una persona en lugares públicos (gestos o exhibiciones obscenas)”, detalló.

“La modificación se concentra en el artículo 176 del código penal que se refiere a los actos contrarios al pudor y eso significa que los tocamientos en las partes íntimas o en los genitales de las personas agraviadas de acuerdo a como está vigente en la actualidad se considera como un delito de gravedad por el hecho de que se ejercita violencia o amenaza contra la persona”, señaló Amoretti.

Explicó que en la modificación al citado artículo se le agrega “sin su consentimiento”. “Es decir sin el consentimiento de la mujer sin ejercitar violencia o amenaza le llegó a introducir la mano en los genitales o partes pudendas de la víctima”, refirió.

El abogado penalista señaló que esta nueva norma plantea incluso una condena menor a la que ya existe para sancionar el delito de acoso sexual. Por ello, la catalogó como totalmente absurda y que solo busca un fin político.

“Esta conducta ya está prevista en el artículo 183 que se refiere a los tocamientos en forma general. La pena allí va de dos a cuatro años. Mientras que en la modificación va hasta tres años”, especificó el penalista.

¿Qué modalidades de acoso callejero se solucionarán?

Según consideró el titular del CAL, en esta modificación no se señala absolutamente nada sobre los piropos o frases de ‘alto calibre’ sin tocamiento en las partes íntimas de la víctima.

Reiteró que en el artículo 183 las ofensas contra el pudor público y las exhibiciones obscenas reciben una pena de entre dos a cuatro años de prisión.

“Por eso pretender y decir que con esto (el proyecto de ley) se va a proteger el acoso callejero o cualquier actividad de grueso calibre es falso, porque solamente se modifica este artículo 176 que se refiere a actos contra el pudor, que es el tocamiento en las partes íntimas de las víctimas. La única modificación es exclusivamente a que este tocamiento se haga sin consentimiento de la mujer y sin la existencia lógica de violencia y amenaza”, manifestó Amoretti.

“De tal manera que no nos vendan gato por liebre. No digan que con este ya no habrá más acoso callejero cuando lejos de ser drásticos con ellos es todo lo contrario”, explicó.