La historia que presentaremos a continuación es digna de un filme de horror. Dean Corll, conocido como el Hombre de Los Dulces (Candy Man) fue responsable de los asesinatos de al menos 27 niños y jóvenes de Houston, Texas.

Para ello Corll tenía una habitación especial de torturas donde violaba, torturaba e incluso castraba a sus víctimas. Para llevar a cabo sus crímenes fue ayudado por dos amigos: David Owen Brooks y Elmer Wayne Henley, ambos adolescentes, quienes le “vendían” a jóvenes incautos que accedían engañados a ir a la casa de Dean. Por cada “presa” Corll ofrecía 200 dólares a sus cómplices.

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La característica que todas las víctimas compartían era que todos eran adolescentes hombres de menos de veinte años. El primero en morir fue Jeffrey Konen de 18 años, quien desapareció el 25 de Septiembre de 1970, mientras hacía autostop.

Los homicidios de Corll mostraban el mismo modus operandi: los adolescentes eran estrangulados, muertos por disparos y violados.

La noche del 8 de Agosto de 1973, Henley llevó a su novia Rhonda y a Tim Kerley a la casa de Corll, quien se molestó en el instante que vio a la chica, después de unas cervezas y un poco de hierba se calmó. Sin embargo los tres adolescentes perdieron el conocimiento y cuando despertaron atados.

Henley logró convencer a Corll para que lo liberase, cogió un arma y mató al asesino de seis balazos en la espalda, hombro y cabeza.

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En los días que siguieron después de la muerte de Corll, Henley llevó a los oficiales al cementerio personal de Corll. Cerca del cobertizo de su bote había un terreno donde, tras cavar por algunas horas, descubrieron varios cuerpos bañados en cal y envueltos en plástico.

La Policía descubrió un total de 27 cadáveres, que al ser examinados mostraban señales de haber sido estrangulados y torturados, algunos también habían sido castrados, otros fueron muertos a balazos, algunos tenían objetos insertados por el recto, y absolutamente todos habían sido sodomizados. Se presume que hubo dos cuerpos que no se encontraron.

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