Precisó que a comienzos de 2011 le fue detectada la enfermedad, pero prefirió jugar con la apariencia de alguien al pleno mando de su revolución y volcado en ganar unas elecciones presidenciales cuyo premio no ha podido recoger a causa del mortal sobreesfuerzo.

Pese a que los médicos le daban doce meses de vida si no seguía un tratamiento que lo obligaba a dejar de lado sus funciones, Chávez lo rechazó. El tratamiento obligaba a ser operado en Rusia, pero el mandatario prefirió soluciones cortas y optó por Cuba.

A Chávez se le diagnosticó primero un cáncer de próstata. Había estado año y medio notando síntomas propios de esa afección, como incontinencia urinaria, pero los ignoró. Los dolores en las rodillas finalmente lo obligaron a ser operado para extirparle el tumor.

Según ABC, a pesar de la operación por cáncer en la próstata, Chávez seguía sufriendo metástasis en colon, huesos y médula. Incluso, refiere que en octubre de 2011 se le detectó rabdomiosarcoma, un tipo agresivo de tumor canceroso de los músculos y huesos.

A pesar de las rondas de quimioterapia (alguna de ellas retrasada porque Chávez quería programarlas en fechas en la que su ausencia pasara desapercibida), la metástasis ósea siguió progresando. Recibió fuertes dosis de esteroides y calmantes durante la campaña.

Celebrada la victoria electoral, Chávez intentó recuperar el tiempo perdido con un absoluto reposo, pero entonces ya era demasiado tarde. Nuevas exploraciones indicaron que las células cancerígenas habían crecido. El resultado final ya es conocido por todos.