Manifestaciones de júbilo, gritos de “USA, USA”, banderas estadounidenses y bocinas de automóviles pitando en son de celebración se escucharon en el centro de Washington, donde cientos de personas celebraron la muerte de Osama Bin Laden.

Inmediatamente después de que corriera por Twitter y los distintos medios de comunicación la noticia de la muerte del cerebro de los ataques del 11 de Septiembre de 2001, grupos de personas, que pronto se contaron por cientos, comenzaron a concentrarse en las inmediaciones de la Casa Blanca.

La euforia se hizo palpable cuando el presidente de EEUU, Barack Obama confirmó, desde el interior de la mansión presidencial, la muerte del terrorista más buscado de EEUU en una operación militar llevada a cabo por fuerzas de EEUU en Pakistán.

La muerte de Bin Laden, líder de Al Qaeda, se produce sólo unos meses antes de que se cumplan diez años de los atentados contra las Torres Gemelas y el Pentágono que se cobraron la vida de más de 3.000 personas.

Tras esos ataques, Estados Unidos inició las guerras de Afganistán e Irak y se inició toda una ofensiva de seguridad orientada mayormente a contrarrestar la amenaza que representaba Bin Laden.

La Casa Blanca ha dejado saber que todos los edificios e instalaciones oficiales de EEUU, tanto en su territorio como en el exterior, se encuentran en alerta máxima, ante el temor a posibles represalias.