“No tener Papa supone también no creer en culebras que hablan ni en dioses que mandan a matar ni en preñeces no carnales ni en palomas paráclitas de color hostia”, escribió el hombre de prensa en su columna en Hildebrandt en sus Trece, fiel a su pensamiento agnóstico.

“Cuando un avión se salva en el río Hudson los católicos dicen que es la mano de Dios (…). Cuando el hambre mata a millones en África, los católicos dicen que Dios no es el responsable a pesar de su omnipotencia y del carácter fulminante de sus órdenes”, agregó el controversial periodista.

Opinó que, para él, el Papa era “un monarca terrenal aupado a un trono inventado por algún pacto de aventajados”.