Bratislav Stojanovic ha vivido los últimos 15 en el cementerio de una localidad serbia llamada Nis. Antes de tomar la decisión de mudarse y pasar sus días entre muertos que descansan en el lugar hace más de 100 años.

Nunca ha tenido un trabajo regular y las deudas que él mismo contrajo a lo largo de su vida lo empujaron a la marginalidad.

“No es un palacio, pero es más cómodo que la calle”, asegura respecto a la tumba donde vive, cuyas lápidas son tan antiguas que es imposible identificar a quienes allí están enterrados.

Respecto a la cotidianeidad entre ataúdes, el vagabundo serbio asegura que debe salir despacio del nicho que ha ocupado, para no asustar a las personas que transitan la zona. “Al principio tenía miedo, pero ahora me asustan más los vivos que los muertos”, asegura.

Fuente: Infobae