es un fotógrafo ingenioso que decidió utilizar el asiento trasero de un taxi en Nueva York como su “estudio fotográfico” durante 20 años.

Cuando él llegó a Nueva York en 1980, tenía muchos sueños. Inmediatamente se dio cuenta de lo difícil que era iniciar una vida como fotógrafo y comenzó a preocuparse por pagar las facturas y el alquiler.

Entonces, Ryan decidió convertirse en taxista, inspirándose en su vecino, quien tenía esa profesión, y al mismo tiempo unir su trabajo con su amor por la fotografía y el resultado es muy llamativo, como se puede apreciar en la galería que acompaña la nota.

El trabajo de Ryan Weideman se encuentra en las colecciones de muchas instituciones de prestigio, como el Museo de Brooklyn, el Museo de Oakland y el Instituto de Arte de Chicago. Entre los premios que ganó están la beca Guggenheim Fellowship Grant (1992-1993), una beca de la Fundación de Nueva York para las Artes (1986-1987) y una beca NEA Fellowship Grant.

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