Sucedió hace 18 meses, la mañana del 11 de diciembre de 2012. Los millones de euros “llovían” en las cuentas del Banco de España. Pero cuando se alcanzaron los 8.000 millones, la precipitación de euros se detuvo misteriosamente.

Alrededor de 32 mil de los poco más de 39 mil millones que se esperaban no aparecían por ninguna parte. Tampoco figuraban en las pantallas de la entidad emisora, que aseguraba haber cumplido con las instrucciones y el pago. El Bundesbank se había equivocado de cuenta.

La operación de transferencia la coordinó el Banco Central Europeo (BCE). La entidad con sede en Fráncfort emitió las órdenes de pago a los diferentes bancos centrales que participan en el rescate de España.

El error de los funcionarios alemanes se cometió al insertar el llamado código swift. Esta numeración identifica internacionalmente las cuentas bancarias, incluidas las de titularidad pública. Los Estados y sus organismos, igual que hacen los particulares, intercambian recursos con esta suerte de matrícula como referencia.

El error del banco federal alemán generó el enfado mayúsculo de los responsables en Madrid de la operación. La técnico española que estaba al cargo de recibir el rescate acabó a gritos con su interlocutor en Fráncfort, también sede del Bundesbank.

Mientras la discusión telefónica subía de tono, una decena de trabajadores del regulador español actualizaban constantemente sus pantallas por si aparecían los evaporados 32 mil millones en alguna de ellas.

El episodio de confusión duró diez minutos. El Bundesbank recuperó su dinero gracias a las medidas de seguridad de los sistemas y los reenvío finalmente a España. Pero los nervios en el Banco de España fueron mayúsculos nada más empezar la operación de rescate a la banca.

El Frob, finalmente, dispuso de 36.968 millones para recapitalizar los cuatro bancos nacionalizados: Bankia, Novagalicia, CatalunyaCaixa y Banco de Valencia. Los restantes 2.500 millones hasta totalizar los préstamos de los socios comunitarios se destinaron a constituir la Sareb, popularmente conocido como el banco malo.

Fuente: economiadigital.es