Durante muchos años, este personaje fue conocido y temido en ese principado por su impredecible y desenfrenada crueldad. Por supuesto no bebía la sangre de los cuellos de sus víctimas, pero fue responsable directo de miles de sangrientas y crueles ejecuciones, asesinatos y empalamientos, prácticas con las que parecía disfrutar, y que han sido confirmadas gracias a manuscritos del siglo XV.

Se dice que en una ocasión dio una fiesta en su palacio. Dos de los invitados fueron degollados antes de empezar a cenar y sus cuerpos fueron situados a ambos lados de la mesa, la sangre de los degollados fue recogida en sendos cubos. Después de cenar, Vlad mojó pan en la sangre de los degollados y se lo comió.

Algunos escritos aseguran que vengó a su padre matando a cientos de personas con espadas romas.

A Vlad Tepes le gustaba ser llamado Drácula, que significa “hijo del dragón”. Aunque con el tiempo la gente le dio un significado diferente, “hijo del diablo”, lo cual se ajustaba más a la realidad.

Tenía un sentido del humor muy especial. Según cuentan las crónicas, cuando una persona era empalada en una estaca, el príncipe comentaba que era muy gracioso, que parecía una rana.

Drácula eliminó a todos los enfermos y los pobres quemándolos vivos. Como resultado de cientos de asesinatos y de una represión brutal, tenía el pleno control de su pueblo y lo sabía.

Mandó envenenar sus propios pozos, debido a la constante amenaza de la invasión turca. Ordenó quemar sus propias aldeas para que sus enemigos no tuvieran un lugar donde descansar y reponer provisiones.

Durante la guerra contra los turcos, el príncipe murió en el campo de batalla. Se cree que el cuerpo de Drácula fue enterrado en un cementerio a las afueras del Monasterio Snagov de Bucarest.

Fuente: Husmeandoporlared.com