El príncipe Guillermo y Catalina, duquesa de Cambridge, se dieron un baño de multitudes en una boda marcada por el patriotismo y la emoción tras una ceremonia en la abadía de Westminster, que lució un decorado espectacular.

El imponente vuelo rasante de siete aviones de la Real Fuerza Aérea británica sobre el palacio de Buckingham fue el broche de oro del evento más esperado del año, en el que miles de personas, británicos como extranjeros, se echaron a las calles de Londres para arropar a los futuros reyes del Reino Unido.

Los dos tiernos besos de la pareja en el balcón del palacio de Buckingham animó a la multitud allí congregada, que gritaba “Guillermo y Catalina” en medio de un mar de banderas británicas.

La pareja llegó al palacio desde la abadía en la “State Landau”, una carroza al descubierto tirada por cuatro caballos.

En una jornada nubosa pero sin lluvia, la carroza marchó por las calles de Londres acompañada por la guardia real montada a caballo y seguida por varios carruajes en los que iban Isabel II, el duque de Edimburgo y otros miembros de la familia real.

Antes, el arzobispo de Canterbury, Rowan Williams, les había casado en la abadía de Westminster frente a 1.900 invitados, entre ellos miembros de casas reales extranjeras, políticos, diplomáticos y destacadas figuras del mundo del espectáculo, como el cantante británico Elton John y el futbolista David Beckham.