, dos de las selecciones con mejor gusto futbolístico del planeta, comenzaron una nueva etapa con dos seleccionadores cuya dimensión creció alejados de su país de nacimiento. Julen Lopetegui y Roberto Martínez buscarán imponer el concepto equipo al alto nivel individual del que disponen.

plasmó en unos minutos los mismos problemas en el balance defensivo del fatídico día en París. Los belgas se lanzaban en velocidad al ataque cuando recuperaban el balón, con líneas tan adelantadas de la Roja que quedaban al descubierto carencias en el repliegue.

En su primer balón, un gran detalle técnico, en una contra bien llevada. Cada vez que entró en contacto con el balón se intuyó peligro y Bélgica lo acusó. Fue cuando aparecieron los galones de Thiago, los pases entre líneas y la profundidad de Vitolo.

De su acción nació el primer gol. David Silva, el centrocampista más goleador de la anterior época, recogió el balón en el punto de penalti y fusiló a la red. Era el primer tanto de la ‘era Lopetegui’.

Diego Costa ataca arrollando, como a tropezones, con el balón siempre en trayectoria irregular, pero fue un martillo pilón. Su estilo distinto al resto mereció el premio deseado. Busquets encontró un desmarque suyo y en carrera buscó sorprender a su compañero de club, Courtois, por bajo. Le sacó con los pies el esférico y la mirada de complicidad chocó con la de la ansiedad por marcar del delantero hispano-brasileño.

lo intentó hasta el final con más orgullo que fútbol. Los silbidos del antiguo Heysel mostraron la decepción de su afición. Habría sido fiesta en España de haber jugado un duelo de tan alto nivel en casa. Lopetegui en Bruselas como Del Bosque en Copenhague. Un triunfo que devuelve la ilusión.