Beckham recibía toda clase de insultos, le arrojaban serpentinas y latas de cerveza. Ello enfureció al jugador inglés. Luego ejecutó el tiro de esquina y un compañero suyo anotó.

Sin pensarlo dos veces, Beckham regresó a esa esquina y gritó el gol en la cara de los decepcionados hinchas del Toronto.

Por cierto, el partido terminó 2-2 y fue válido por la Liga de Campeones de la CONCACAF.