Los robots por lo general trabajan separados de los seres humanos. Así se contempla en la regulación legal alemana. Esto se debe a que son incapaces de darse cuenta de si constituyen un peligro para las personas.

Pero el caso de Justin es diferente: este cuenta con numerosos sensores que le otorgan la sensibilidad necesaria para poder trabajar junto con interlocutores humanos.

Fue desarrollado en el Centro Aeroespacial Alemán (DLR). Con él los científicos pretenden demostrar que los robots son muy capaces de cooperar con los humanos de forma autónoma y segura.

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