Sus nombres desbordan sensualidad y belleza. Cuando sus cuerpos ilustran las tapas de las revistas de moda, generan un boom de ventas.

Las mujeres envidian sus curvas y los hombres las desean. Sin embargo, estas diosas del mundo fashion muchas veces fueron rechazadas de las pasarelas más importantes del planeta.

Kate Upton. Es la mujer más sexy del mundo. El famoso fotógrafo Mario Testino la llama “el bombón americano”. Pulposa, su silueta se aleja mucho del “modelo anoréxico” que se impone y fue la causa por la cual Victoria´s Secret la desplazó de su pasarela acusándola de “vulgar”.

Frente a las críticas que esto generó, la marca tuvo que dar marcha atrás y la incluyó en su catálogo. Por su parte, la modelo se mantiene en una actitud muy firme: asegura que está conforme con su cuerpo, que no va a adelgazar y que no piensa deshacerse de su abundante (y natural) escote.

Jordan Dunn. Fue “el” escándalo de la Semana de la Alta Costura de París. Primero, la denuncia decía que la Casa Dior la había desplazado de su desfile por el gran tamaño de sus pechos. Sin embargo, ella denunció en su cuenta de Twitter que la verdadera razón fue su color de piel. La realidad muestra que hubo otras modelos negras en ese desfile… Y que las prendas eran ideales para mujeres extremadamente delgadas.

Coco Rocha. Con 1,78 de altura y 48 kilos, la súper modelo canadiense fue obligada a bajar de peso. Coco, de 24 años, fue una víctima más del mundo de la moda y sus exigencias y padeció anorexia. Cuando se recuperó, protagonizó una campaña destinada a las chicas jóvenes para alertar sobre estos peligros. Además, también es una activa luchadora con el PhotoShop y su uso excesivo.

Chanel Iman. A los 22 años, este ángel de Victoria´s Secret vivió en carne propia la discriminación por su color de piel por parte de una reconocida marca que le dijo que ya habían encontrado a una modelo de color para su pasarela y que, por eso, no la necesitaban. Frente a esto, la top admitió sentirse muy mal ya que sintió que su trabajo sólo era tenido en cuenta para “cubrir una cuota” políticamente correcta.