Esta mujer , es masoquista at heart, literalmente. Ella es la eterna enamorada. Probablemente tenga algún issue por resolver con alguna terapia-psicológica-cognitiva-conductual. O tal vez, simplemente le gusta la huevada.

A ella, la encuentras escuchando música cortavenas, escribiendo poemas para “el que pudo ser, pero no fue…”, filosofando sobre el amor, o soñando con que el próximo, será “el indicado”.

Siempre la decepcionan. Se mete con el macho alfa del “Club de los Pendejos más Pendejos del Mundo” o con algunos de sus aprendices. Suele ser muy influenciable y normalmente cambia radicalmente cuando tiene un nuevo flaco: escucha música totalmente distinta, se viste de otra forma, usa palabras que jamás usaba, abandona a sus amigas, frecuenta sitios que antes calificaba de “ni-ca-gan-do-voy-ahí” y todo… por ÉL. No porque a ella se le metió la onda de probar y explorar nuevas cosas para encontrarse a sí misma, NO. Lo hace por él y nadie más que él.

Tiene problemas para mantenerse soltera y siempre está de relación en relación, de me-rompió-el-corazón en me-rompió-el-corazón, de huevón en huevón.

Estas mujeres, tienen algo admirable: nunca pierden las esperanzas. Pueden haber tenido cuchumil decepciones amorosas, pero siempre tienen “fe” en que, la próxima vez, será distinto.

El problema está cuando pasan más tiempo llorando que sonriendo; cuando sus vidas se desmoronan por alguien (un cojudo más); cuando dejan de crecer por “ayudarlo”; cuando se olvidan de que ellas existen, por una nueva ilusión.

La historia sería distinta si dejaran de buscar el amor en alguien más y se dieran cuenta de que todo lo que necesitan, está en su interior; de que si bien los hombres nos “complementan” de ciertas formas, nuestras vidas pueden ser increíblemente felices sin ellos. Al fin y al cabo, lo realmente extraordinario no se busca desesperadamente, se encuentra. Y tal vez, hoy podría ser el día menos pensado.