1. ¡Tómalo con calma!: El hogar debe ser el lugar más acogedor de todos. No conviertas tu casa en un museo donde nada puede tocarse, moverse de lugar o mucho menos ensuciarse. Que tu casa esté tan limpia como para ser saludable y tan desordenada como para ser feliz.

2. Enseña a tus hijos a ordenar: Inculca el hábito del orden y la responsabilidad en tus hijos, haciendo que ayuden en pequeños trabajos como ordenar sus juguetes. Al principio tendrás que jugar con ellos para hacerlo: «uno tú y uno yo», «a ver quién gana a guardarlos». Cuando menos te des cuenta, ellos lo van a hacer solos y por iniciativa propia.

3. Permite que te ayuden: Ello no lo harán a la perfección como tú, ni con la rapidez con que tú lo haces, pero si los pequeños pretenden ayudar y los rechazas constantemente, llegará un momento en que ellos ya no te la brindarán apoyo ni te la querrán dar cuando se la pidas. Cuando ellos colaboren con las tareas del hogar y el resultado no es el que querías, no vuelvas a hacerlo tú; respeta su esfuerzo y trabajo.

4. No hagas lo que tus hijos son capaces de hacer: Enséñales a colaborar. Conforme vayan creciendo les puedes delegar tareas que requieran mayor esfuerzo, con ello contribuirás a aumentar su responsabilidad.

5. Simplifica: Cuantas más cosas tengas, más difícil será mantenerlas en orden, complicándote y generando estrés en ti.