Lustrar los zapatos de corredores de bolsa en Manhattan ha sido tradicionalmente una profesión de hombres. Sin embargo, algunas mujeres latinoamericanas con ganas de trabajar están cambiando el panorama al adoptar este trabajo y ejercerlo alrededor de 11 horas diarias.

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De pie y a veces ligeramente encorvadas, sacan polvo, pulen y dan brillo al calzado de hombres y mujeres que se sientan en las sillas elevadas y leen el diario o su celular durante los cinco o diez minutos que dura la limpieza.

Estas mujeres se han acostumbrado ya a que los turistas les tomen fotografías, sorprendidos al verlas en uniforme con trapos y cepillos, encerando con rapidez los zapatos de los neoyorquinos.

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“Las mujeres podemos hacer de todo. Sí somos fuertes las mujeres”, declara María Zúñiga, una ecuatoriana de 44 años que trabaja para Cobbler & Shine, en la estación de trenes Grand Central Terminal de Nueva York.

Por su parte, Isabel, una ecuatoriana que lleva trabajando tres años y medio en Leather Spa, asegura que el secreto en este trabajo es no ensuciar la media y sacarle brillo al zapato sin estropear el color.

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Ambas inmigrantes señalan que en sus países de origen no es normal que las mujeres lustren calzado en las calles. Sin embargo, están dispuestas a romper convenciones y a adaptarse a su nueva realidad en Estados Unidos. “Nunca pensamos hacer cosas así en nuestro país, pero aquí se presenta una oportunidad y la agarras”, señala orgullosa Isabel.