Hay cárceles que sí merecen la pena visitar, como la de Brixton, al sur de Londres, en donde funciona desde hace un año (acaban de celebrar el primer aniversario) un restaurante abierto al público gestionado y atendido por los internos. Comida de verdad y presos de verdad, una experiencia que va más allá de la gastronomía.

The Brixton Restaurant sigue el modelo del Clink’s Five Step Programme, que ya ha sido aplicado con éxito en otros dos establecimientos similares: Educar a los presos y equiparlos con las habilidades y herramientas necesarias para garantizar un empleo cuando salgan en libertad.

Según dicen los organizadores del programa, ofrecen un entorno de trabajo real para los presos, y siempre con un servicio de alto nivel en el que participan más de 24 presos cada año. Los presos implicados en el proyecto están en la fase final de su condena. El objetivo es disminuir los casos de reincidencia (en 2012 sólo uno de los 88 presos que pasó por el programa Clink reincidió).

El Clink Restaurant, con capacidad para 120 personas, se ha instalado en la Regency Roadhouse, la que era antigua casa del gobernador de la prisión de Brixton. Y con excelentes resultados. De hecho, este restaurante (y todos los de este programa, en realidad) ha logrado una alta calificación en TripAdvisor, e incluso han sido galardonados con el Certificado de Excelencia TripAdvisor dos años.

Fuente: ABC